Cuentos

El Piano

Por Sipas Ardnajela

Entré a la habitación dudando de la amabilidad con la que mi propio cuerpo me había invitado, sumida en un libro de hojas un tanto amarillentas dudaba de la existencia de ese paisaje tan absurdamente gris.

En medio de ese salón antiguo se desarrollaba el calor de la mas bella melodía, mis ojos se iban despegando del libro para encontrarse con este hermoso señor de años, un piano.

El intérprete era casi tan genial como el instrumento y su excentricismo inundaba mi alma. Vestía de negro y azul oscuro, el mismo color que mi imaginación. El piano era también un señor que vestía de oscuro, con elegancia y fineza se dejaba manipular por ese hombre de gracias miles que se hacía llamar

Yo simplemente estaba embelezada, maravillada por aquél dúo tan perfecto como el sueño más sacro de mi alma. El sonido me embriagaba y mi mente me alzaba para observar sin apuro a esas dos invenciones. La genialidad de ambos me hacía comparar la inteligencia del hombre con la perfección de Dios, un humano tan perfecto y un instrumento tan hermoso ocasionaban que las pocas mariposas de inocencia que aún quedaban en mi estómago revoloteasen como si por vez primera la luz hubiera dado directamente con ellas. Grandiosa sensación, debo admitir. Grandiosa, pero no lo suficiente como para prohibirle a mi depresión que regrese sin tocar la puerta, no lo suficiente como para impedir que me fuera, bajando la cabeza y escondiéndome de nuevo tras esas hojas un tanto amarillentas.

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